La derrota sorpresiva del peronismo en la provincia de Buenos Aires marcó el final precipitado de Fuerza Patria, el sello electoral que surgió de la convivencia forzada entre Cristina Kirchner, Sergio Massa y Axel Kicillof. Ya sin la necesidad de mantenerse unidos para enfrentar de mejor manera las elecciones de medio término, se desintegró el esquema de tres patas y a partir de ahora cada sector tomará su propio camino para después confluir, o no, en 2027. La renovación de autoridades en el PJ de la provincia de Buenos Aires, hoy presidido por Máximo Kirchner, será el primer test de la nueva relación entre los actores.
El mismo domingo a la noche, mientras arrancaba la temporada alta de pases de factura por el resultado inesperado, Kicillof procuró retomar la iniciativa. En un búnker de ánimos abatidos, dio un paso al frente y se postuló como único orador en el escenario de la derrota. Lo acordó con Máximo Kirchner y Massa, en una sala del primer piso del Hotel Brizo. Habían esperado los resultados en salones separados. A ese discurso le siguieron varias notas periodísticas en la semana en las que el gobernador se reafirmó como contracara de Javier Milei. El Presidente le facilitó la tarea al dejarlo afuera de la reunión con gobernadores, en la Casa Rosada.
El plan presidencial de Kicillof sigue en pie, ante la ausencia de opositores que hayan salido fortalecidos de las elecciones del domingo. El gobernador reunirá hoy a su tropa de intendentes para sostener la iniciativa y definir una hoja de ruta. Lo más probable es que surja una propuesta de los jefes comunales para pelear por la presidencia del PJ bonaerense. En La Plata ven con buenos ojos que la vicegobernadora Verónica Magario reemplace a Máximo Kirchner. El cristinismo está dispuesto a resistir, incluso a dirimir el liderazgo en elecciones internas, advierten. El intendente de Malvinas Argentinas, Leonardo Nardini, fue el primero en proponer la continuidad de Máximo.
Fuente: El Destape







